miércoles, 8 de octubre de 2014

La isla mínima

Cuando lees en la prensa que una película española recibe los calificativos de brillante, soberbia y magnífica; buscas rápidamente un hueco en tu agenda para acudir al cine. Pero todas las buenas críticas lo único que generan son tan altas expectativas que, en mi caso, han hecho que la película me decepcione.

La historia de “La Isla Mínima” se centra en un pequeño y olvidado pueblo de las marismas del Guadalquivir. Dos policías ideológicamente opuestos son sancionados y obligados a desplazarse hasta este pueblo para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. Los policías deben superar sus diferencias y enfrentarse a un asesino que lleva años matando a las adolescente del lugar.

El ambiente que crea la película es espléndido.  La fotografía es sobresaliente y hay que destacar los planos en movimiento y todos los magníficos planos cenitales de las localizaciones y de los paisajes. Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez están brillantes en sus interpretaciones; sobre todo este último que tiene un personaje bastante complicado. No son de extrañar, por lo tanto, los premios recibidos en el Festival de Cine de San Sebastián a mejor fotografía y mejor interpretación masculina. Además, la música y el uso del silencio para aumentar el suspense son perfectos. Pero falla lo más importante: el desarrollo de la historia.

El problema es el guion, que esconde una historia potente pero que es desarrollada de forma lenta y confusa, llegando a aburrir en ciertos momentos. Hay una gran cantidad de sobreinformación y tramas secundarias, que hacen que te pierdas en la historia, no la llegues a comprender y que esperes una explicación que no tendrás. Está narrada de una forma que parece que lo bueno está por llegar, pero nunca llega. Las coincidencias que van guiando a los protagonistas a resolver la historia terminan en un final más que confuso.

En general, me parece que está magistralmente rodada, que las actuaciones son insuperables y que la fotografía y el sonido son perfectos pero, la historia plana y aburrida me ha dejado con una sensación de insatisfacción. Todo ese despliegue de medios humanos y técnicos podrían haber convertido al filme en uno de los mejores del cine español, pero la historia hace que la película se quede a medias.

Para concluir me gustaría reflexionar acerca de dos aspectos. El primero, ¿por qué ese título? Y segundo y haciendo referencia a la frase con la que termina el largometraje: ¿Todo está en orden, no? Pues no, no está en orden, aún no sé quien es el culpable.


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