El
innovar y el sorprender en la pequeña pantalla cada vez es más difícil, por lo
que la mayoría de veces se opta por españolizar los formatos de otros países.
Así llegó anoche el esperado programa “Adán y Eva”; y se estrenó con bastante
éxito: 14,8% de cuota. El saber que Eyeworks España estaba detrás de su
adaptación y que la conductora iba a ser Mónica Martínez eran puntos a favor
para darle una oportunidad. Y la verdad es que el estreno no ha dejado
indiferente a nadie.
El
dating comienza con la llegada de un “Adán” y una “Eva” completamente desnudos
a una isla paradisiaca. De esta forma, los concursantes deben conocerse y saber
si se complementan. Pero no lo tienen fácil porque la isla juega con ellos:
juegos de expulsión (bastante cutres por cierto), la llegada de más hombres y
más mujeres, alcohol de por medio… Así en cada episodio asistimos al comienzo,
desarrollo y final de una historia o varias historias de amor.
El
programa se sustenta en tres pilares importantes. El primer lugar, el desnudo.
“Adán y Eva” intentó romper los tabús mostrando todo el cuerpo de los
participantes, sin nada de pixelación. Los desnudos se muestran con toda la
naturalidad (a veces jugando con los objetos y elementos del espacio). No
existen planos comprometidos, simplemente se muestran los cuerpos tal y como
son. Pero el hecho que de que estén desnudos tiene su lado negativo: los
concursantes se cohiben, se avergüenzan bastante y sus intervenciones son
demasiado forzadas.
El
segundo punto importante es el casting. Para este tipo de formatos se necesitan
“personajes” que den juego, y en este caso, carne. Los primeros lo entregaron
todo, haciendo alarde de su incultura, mostrándose los hombres como machos alfa
y regalando a los espectadores el primer “edredoning”. El programa tuvo muchas
más críticas en la redes sociales por las perlas que soltaban los concursantes
y por su bajo nivel educativo que debido a los desnudos, cosa que se vio tan
normal. Por lo tanto, en este punto han dado de lleno.
Personalmente
rompo una lanza a favor de este tipo de concursantes, pues son los que
realmente nos hacen reír con afirmaciones tales como “el Manzanares es una
fruta”, “La Alhambra es un alambre”, “Que haiga dos chicos en la isla que se
peleen por mi es así porque yo lo valgo” o “Adán y Eva es el primer fascículo
de la biblia”; y con su mentalidad aún por evolucionar en declaraciones como
“Los hombres deben pagar siempre la cena y conducir el coche. Las mujeres
siempre de copiloto”. Resulta increíble e hipócrita que una mujer joven haga
este tipo de comentarios en un programa al que se presenta desnuda para conocer
pareja, ¿no creéis?.
El
tercer punto fuerte es la edición que suelen tener los programas de Eyeworks.
El éxito de “Un príncipe para…” y “Quien quiere casarse con mi hijo” se debe
además de a los concursantes tróspidos, al gran trabajo de postproducción. En
la adaptación de este formato este punto me ha decepcionado. No me he
encontrado ese guion trabajado, ese montaje impecable y esos sonidos y efectos
con lo que se te invita a reír no sé si con o de los participantes. Un fallo
garrafal.
Por
último, Mónica Martínez no me ha convencido como celestina. Sus intervenciones
me han parecido demasiado sosas y algo forzadas y sus entrevistas a los concursantes
antes de ir a la isla sobraban totalmente. Y qué decir de la explicación del
juego de expulsión, que parecía que presentaba por primera vez un programa de
televisión. ¿Por qué si algo funciona lo cambian? Luján Argüelles cumple a la
perfección su papel en este tipo de formatos.
El
programa no me ha acabado de enganchar, pero si me entretuvo y me hizo pasar un
rato divertido con su sencilla dinámica, los participantes seleccionados y el pudor
con el que se trataron los desnudos. Veremos si sigue despertando los instintos
más primitivos de los espectadores y no olvidemos que la verdad solo se presenta de
una forma, desnuda.
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