miércoles, 14 de enero de 2015

The Imitation Game: Descifrando Enigma

Cual ha sido mi sorpresa cuando, por cuestión de horarios, decido meterme en el cine a ver "The imitation game" (o "Descifrando Enigma", como ha sido titulada en español) y me encuentro con una de las mejores películas que he podido ver en muchísimo tiempo. Una historia real que ha sido nominada a cinco Globos de Oro y nueve premios Bafta, entre muchos otros. La realidad es que estas películas históricas y bélicas no son de mi agrado, pero me ha sorprendido gratamente y la recomiendo por ser notable en todos sus aspectos y por contar una interesante historia no muy conocida. 

La película es un biopic sobre el matemático británico Alan Turing. Este hombre pasó a la historia por ser la persona responsable de descifrar los códigos secretos del ejército alemán, contenidos en la máquina Enigma. Esto determinó el devenir de la II Guerra Mundial en favor de los aliados. Pero lejos de ser considerado un héroe y a pesar de que su trabajo supuso el mayor logro en ventaja táctica del conflicto bélico, Turing fue enjuiciado y procesado años más tarde por el gobierno británico acusado de ser homosexual. Fue abochornado públicamente, se le retiraron las condecoraciones, fue castrado químicamente y abandonado en una prisión, en la cual terminó suicidándose.

Benedict Cumberbatch interpreta a la perfección el papel protagonista; una profesionalidad y un buen hacer que ya ha demostrado en la serie "Sherlock Holmes". Con este papel, Benedict se ha consolidado como uno de los mejores actores de este generación. Si hubiera justicia este año debería llevarse todos los premios habidos y por haber. El actor plasma de forma magistral la soledad que sufrió Alan Turing por su condición de homosexual. Condición que, debido a la época que se trata, le lleva a tener un carácter antisocial contra el que intenta luchar, como bien vemos en la película. Cumberbatch comparte escena con Keira Knightley y Charles Dance, conocidos por interpretar a la maravillosa Elizabeth Swan en la saga "Piratas del Caribe" y al despiadado Tywin Lannister en la serie "Juego de Tronos", respectivamente. Sus interpretaciones, al igual que las del resto del reparto, son demasiado correctas.


Y esa corrección la podemos ver a lo largo de todo el filme. A pesar de mostrar tres etapas de la vida de Alan, la vivida en el colegio donde descubrió su homosexualidad, la que trabajó en la máquina que descifró los códigos de Enigma y aquella en la que fue acusado por su condición sexual; los flashbacks se suceden y se entienden perfectamente. Quizá la película peque por falta de ritmo, pero a veces es mejor mostrar una buena historia de forma sencilla y sin complicaciones o muchas tramas secundarias que acaben liando al espectador, que narrar una historia a todo correr debido a la cantidad de escenas de acción que se quieren introducir. De hecho, las escenas de guerra de esta película me sobran completamente. La trama se centra en lo que hay detrás de la guerra, por lo que no existe la necesidad de mostrarla. Esas secuencias son irrelevantes.

La escena final, en la que todos los protagonistas se ven obligados a quemar todo lo descubierto y que sirve para acabar de contar lo sucedido con Alan Turing, es la mejor de toda la película. Mi cuerpo se ha llenado de escalofríos al descubrir que esto ha sido secreto de Estado durante 50 años y que hasta el año 2013 no se le concedió el indulto póstumo al hombre responsable de salvar la vida de 14 millones de personas. Un hombre que fue juzgado injustamente por el simple hecho de ser homosexual. No es de extrañar que Turing se haya convertido en un ejemplo para el colectivo gay y su lucha por los derechos de igualdad.

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