martes, 20 de enero de 2015

Los altibajos de GLEE


El telón del McKinley se ha levantado de nuevo, pero esta vez para dar paso a la que será la última temporada de la serie musical. "Glee" comenzó su andadura en televisión introduciéndonos en un instituto lleno de adolescentes con los que la gente se metía por su forma de ser, raza, personalidad u orientación sexual. A todo el mundo encandiló esa mezcla del género adolescente con el musical contemporáneo y la manera en la que las tramas se desarrollaban al ritmo de importantes y populares canciones de artistas de toda índole. Esos son los tres puntos fuertes y claves de la serie: sus personajes, las tramas y las canciones escogidas. 


Por la serie han pasado decenas y decenas de personajes, pero a los que más cariño guardamos es a los que estaban desde el comienzo: Finn, el buenazo y capitán del equipo de fútbol; Rachel, la amiga insoportable que todo el mundo acaba adorando; Kurt, el gay obsesionado con la moda; Mercedes, la clásica negra gordita; Artie; el chico en silla de ruedas; Santana, la buenorra insoportable; Brittany, la rubia tonta; Tinna, la china tímida; Puck, el malote salido; Quinn, la embarazada; Will, el profesor comprensivo y comprometido; Emma, la obsesionada y neurótica perdida y Sue, la mala malísima; entre muchos otros. A través de estos personajes se introdujeron tramas como el bulling, el embarazo a edades tempranas, la pérdida de la virginidad, los celos, el primer amor, las drogas, el matrimonio, el servicio comunitario, el divorcio, la confesión de la orientación sexual, etc. Pero lógicamente, estos estudiantes debían graduarse y seguir con sus vidas.

¿Y cómo podían alargar la serie y que siguiera teniendo sentido? Introduciendo muchos personajes a la vez, haciendo repetir a los antiguos alumnos y mostrando partes de la vida de los recién graduados. De esta manera, la cuarta temporada marcó el inicio del declive de "Glee". A pesar de introducir tramas como la obesidad o la transexualidad, muchas otras nos acababan aborreciendo y no terminábamos de tragar a los nuevos. Sólo nos interesaba la vida de los antiguos. Y es por esto que el capítulo 100 se centró en despedir a todo el elenco del instituto McKinley y continuar la serie sólo con algunos de los antiguos alumnos en sus nuevas vidas en Nueva York. El capítulo fue tan emotivo que el desenlace del mismo podría haber servido como final de la serie. 


Nueva York prometía traer aires nuevos a la serie pero, lejos de lo esperado, el tramo final de la quinta temporada fue lo más aburrido de la serie con unas tramas olvidadas y otras aborrecibles protagonizadas por unos personajes que, desgraciadamente, empezaban a cansarnos. La bajada de audiencia y las masivas críticas hicieron que su creado Ryan Murphy y los guionistas decidieran dar un paso atrás. "Glee" no podía acabar por los suelos, por lo que decidieron presentar una última temporada con el regreso de los personajes protagonistas al instituto McKinley.

El comienzo de esta final season me ha sorprendido gratamente y promete darnos un cierre a la altura de lo que fue "Glee". La serie ha vuelto a sus raíces con un nuevo grupo de jóvenes que se unen para formar un grupo de canto. Esta vez, es Rachel la que lleva la voz cantante y cuenta con la ayuda de sus excompañeros de New Directions para que el barco llegue a buen puerto.  Volver al comienzo era un paso demasiado arriesgado, pero no tenían nada que perder. Han recuperado tramas para cerrarlas de una vez por todas, como la relación entre Santana y Britanny; y han introducido otras como el cambio de sexo de la coach Beiste o la vida amorosa de Becky. Veremos como avanzan los siguientes capítulos y como nuestros protagonistas centran sus vidas de una vez por todas en torno al instituto McKinley.


Como conclusión decir que "Glee" ya no es lo que era y ahora lucha por volver a recuperar las cosas que hacían a la serie especial y así dejarnos un buen sabor de boca. La serie vuelve a ser fresca y juvenil, llena de energía y emociones, y te hace vibrar al ritmo de la música, cantar, reír y soltar alguna lagrimilla cuando toca. Se ha reconciliado con su espíritu original, ha corregido errores del pasado y ha recuperado su esencia.

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