"Bajo sospecha" se despidió anoche tras 10 capítulos en los que se ha desarrollado un caso bastante potente. Aprovecho esta entrada para repasar cómo ha evolucionado la serie a lo largo de esta temporada y para analizar cuáles han sido los interrogantes planteados que han hecho que estuviésemos pegados a la pantalla semana tras semana. Por supuesto esta entrada está llena de spoilers.
En la primera temporada de la ficción se intentaba que el espectador reflexionara sobre en quién de su familia desconfiaría si se encontrase en una situación así. En esta segunda temporada el motivo de porqué ha sucedido todo no se ha contado hasta el capítulo final: el secretismo médico. El caso es que un inmigrante defiende a Catherine Le Monnier en un atraco y ella accede a operarle en secreto junto a unos compañeros del Hospital Clínico Montalbán ya que él no tiene papeles y no le atienden en la Seguridad Social. Pero lo que iba a ser una buena acción acaba siendo un problema. El inmigrante fallece durante la operación y todos mantienen el secreto y nadie dice nada de lo ocurrido.
Los guionistas han sido listos. Si en la primera temporada nos hicieron sospechar de todos para que luego no fuera ninguno de ellos, en esta temporada nos ha hecho sospechar de todos y lo cierto es que, una vez resuelto el caso, todos y cada uno de los trabajadores del Montalbán han estado involucrados en el caso. Bien porque han estado metidos en la operación, bien porque han sido alguno de los asesinos o bien por encubrirlo. No ha quedado títere con cabeza. Absolutamente todos están muertos o en la cárcel. Todos menos Catherine Le Monnier, que al final ha sido la lianta de todo y la única que ha salido de rositas. Si hubiese ido a la policía desde un primer momento nada hubiera ocurrido y no hubiese fallecido ninguno de sus compañeros.
Y es que las muertes han sido uno de los puntos fuertes de esta temporada. Parecía que nadie se libraba. Eso ha hecho que los últimos capítulos de la temporada fueran cada cual mejor. Lo cierto es que durante los primeros capítulos la serie me estaba resultando demasiado simple con la trama de la infidelidad de Isabel Freire. Pero a buena hora decidieron que el amante se cargara a su marido y desde entonces todo comenzó a coger un ritmo frenético hasta el final.
La segunda temporada ha sido mucho más compleja y sólida y eso es de valorar. Han sabido corregir los errores de la primera, en la que poco a poco las pistas y el descarte de sospechosos te hacían sospechar de quien sería finalmente el culpable. Y muchos lo acertamos. En esta temporada eso ha sido imposible porque la pista fundamental, el cuerpo del inmigrante, no ha llegado hasta el final. Han sabido jugar con nosotros y que el espectador no estuviera cerca de la resolución. Esto ha hecho que no nos decepcione el final, en el que todo ha quedado resuelto. Al final, todo lo que hemos visto y de todos los que hemos sospechado eran de alguna manera culpables, pero la razón y lo que escondían no lo hemos sabido hasta los últimos minutos. Todos los secretos que iban saliendo a la luz tenían que ver con el caso. El capítulo final ha servido para ordenar todos esos elementos y ver que en la historia todo cuadra a la perfección.
A todos estos aciertos les añado el papel cómico de Vidal que ha sido tan necesario para descargar de drama a la ficción y a la pareja de policías franceses que yo desde un primer momento pensaba que tendrían algo que ver. Si hay algo que tenía claro es que Catherine no estaba muerta y que se estaba escondiendo por algo. Pensaba que ese algo tendría que ver con ellos y que por eso se preocupaban tanto por encontrarla. La serie aún no tiene confirmada una tercera temporada. Si no lo hace, la ficción de Bambú se puede ir con la cabeza bien alta y habiendo cerrado todas las tramas, incluso la del plano sentimental Víctor-Casas, que ha estado muy bien presentada y desarrollada hasta el final. Enhorabuena.