"Chiringuito de Pepe" cerró ayer su larga segunda temporada. En un principio nadie daba un duro por ella puesto que se pensaba que se trataba de una ficción low cost para la época estival. Y la serie resultó ser todo un pelotazo en su estreno allá por el verano del 2014, de hecho su primer capítulo rondó los 4,6 millones de espectadores. Su éxito hizo que Telecinco tomará la decisión de reservarse los capítulos finales de la primera temporada para septiembre, mes en el que siguieron anotando buenísimos datos.
Un año y tres meses tuvieron que esperar los seguidores para volver a ver la serie. Pero para entonces, el público ya se había desconectado de la trama y sus personajes y la estrategia les había perjudicado. Los excesivos 16 capítulos que formaban esta segunda temporada han acabado por rematar a la serie, que se ha despedido apenas llegando a 1,8 millones de seguidores. Ayer acabó la serie sin mucho promoción de cara a la final y con el respeto que ha tenido Telecinco al mantenerla tantas semanas a pesar de su bajón de audiencia.
Finalmente la Estrella Michelin llegó con drama. En un capítulo centrado en un Sergi Roca dispuesto a recuperar la relación con Laura y sus familiares, sobre todo con su padre Pepe; el chef elaboró un plato innovador para conseguir su objetivo. Un plato basado "en un concepto que ha sido la esencia y el motor de este chiringuito: la familia". Y con él consiguió el ansiado premio y salvar al chiringuito de playa familiar.
Pero en medio de la alegría, la familia se percata de que falta alguien. Pepe fallecía mirando al mar junto a su querido croquetón y esa muerte ha estado muy bien narrada. La serie tenía que despedirse con un toque diferente, ese toque que la ha diferenciado durante toda su trayectoria. El espectador podía llegar a pensar que Pepe se había quedado dormido, como cualquier otra vez. Pero cuando se muestra la mañana siguiente le vemos junto al resto de personajes, interactuando con ellos. Pero no nos percatamos de que le ignoran hasta que pasados los minutos se confirma su muerte y entonces todo comienza a tener sentido: las reflexiones finales, su relación con los personajes, etc. El espectador pasa a verlo como el fantasma que se siente orgulloso de lo que ha logrado en vida.
Y es por momentos como este por lo que me ha gustado la serie. Es cierto que no es una ficción extraordinariamente sobresaliente. Pero ha tenido muy buen gusto en su montaje, en la fotografía, en su estética. La evolución de los personajes ha sido notable y las tramas se han ido cerrando dignamente. Es cierto que la serie ha tenido sus topicazos y sus líneas argumentales carentes de interés, como la trama de los partidos políticos y la lucha por hacerse con la alcaldía. Pero sinceramente creo que se guardará un buen recuerdo de ella, como ocurre con "Verano azul".
Me quedo con una de las frases finales: "Yo no soy mucho de dar besos. pero ahora me quedan todos en la boca".
Me quedo con una de las frases finales: "Yo no soy mucho de dar besos. pero ahora me quedan todos en la boca".
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