lunes, 13 de abril de 2015

Viajando con Chester

Hace poco más de un mes saltaba la noticia. Risto Mejide abandonaba las conversaciones en los Chester y partía rumbo a Atresmedia. Creía que su marcha traería consigo el final de "Viajando con Chester", un formato que consiste en entrevistar a personajes de relevancia en la actualidad social en un sofá Chester tapizado según los gustos y personalidad del invitado. Nada más lejos de la realidad, Mediaset confirmó la continuidad del programa, eso si, con un nuevo rostro: la periodista Pepa Bueno.

La verdad es que el programa no me llamó la atención en un principio. A medida que los invitados iban siendo más de mi gusto, léase actores, cantantes y artistas, iba acudiendo con mayor frecuencia a mi cita de los domingos por la noche con el programa. El gran personaje mediático que se ha construído Risto con sus concienciadas reflexiones, frívolas contestaciones y actitudes descaradas lograba poner a los invitados contra las cuerdas y hablarles sin paños calientes. A pesar de que la sombra de Jordi Évole y su "Salvados" era alargada y suponía una gran competencia, el programa supo hacerse un hueco en la parrilla de programación e iba creciendo en audiencia semana a semana.

La cuidada puesta en escena, la acertada iluminación para recrear cada ambiente, la música que acompaña a cada invitado y la reflexión que funciona modo de presentación también eran puntos fuertes del programa. Estos aspectos se siguen respetando en esta nueva etapa con Pepa Bueno, pero falta la estrella y el sentido del "Chester", Risto Mejide. Ayer eché de menos ese tono soez, irónico, satírico e incluso blasfemo del publicista.

Con esto no quiero decir que Pepa Bueno no estuviese acertada, que lo estuvo. Hizo alarde de lo buena profesional y periodista que es. Actuó con naturalidad, con precisión, con inteligencia. Tenemos que recordar también que Risto es publicista y no periodista, y que anoche Pepa estuvo más acertada en eso de prepararse la entrevista, dejar hablar al invitado, conocer al personaje al que se va a enfrentar, etc. Pero toda esa elegancia, profesionalidad y amabilidad chocan con lo que en un principio era el "Chester".

Los seguidores del programa no queríamos una entrevista al uso. Queríamos ver entrevistas incómodas, en la que los invitados se encontrasen entre la espada y la pared, sin salidas.  Queríamos verles en aprietos, respondiendo a preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez. La sensación que me llevé fue todo lo contrario. Tanto Felipe González como José Coronado estuvieron a gusto en el sofá. Eché en falta esas contrapreguntas de Risto, ese "casi acoso" a los entrevistados, esa forma que tenía el publicista de rebajar a los invitados y recordarles que no son más que nadie por el hecho de tener más dinero o ser más populares.

Desconozco si el programa de ayer tuvo una duración mayor pero a mi se me hizo larguísimo. Pepa es muy buena profesional, pero la gracia del Chester es la ausencia de una periodista sentada en el sofá. Otro gallo cantaría si la nueva presentadora hubiese sido Mercedes Milá, tal y como se rumoreó. De momento, la esencia del programa se ha perdido, y más que viajando, deberían cambiar el nombre a "Durmiendo con Chester". 



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