"Black Mirror" está de vuelta. Y gracias a la grandiosa Netflix (¿qué haríamos sin ella?). La distópica serie, ahora bajo la dirección de Joe Wright, vuelve a presentar una trama diferente en cada capítulo, en los que se sueltan auténticas bombas reflexivas y te dejan ahí, dándole vueltas al asunto. Porque la ficción no sólo critica, sino que va mucho más allá. De nuevo sorprende por su nivel técnico que es sobradamente bueno, por su radicalidad, por su cuidada y trabajada banda sonora y por presentar numerosos giros de guion en cada capítulo sin perder la eficacia. Cada capítulo podría ser exhibido en el cine como una película solitaria.
No debemos olvidar que "Black Mirror" es ante todo una crítica social sobre las tecnologías de la comunicación y que en cada capítulo se toman la libertad de representar esa crítica a su manera. Quiero decir, introduce elementos de ciencia ficción cuando la historia lo requiere y presenta historias más simples y cotidianas cuando la crítica así lo pide. De hecho, de los 6 episodios que componen esta tercera temporada, me quedo con el más fantasioso ("Caída en picado") y con el más normal ("Cállate y baila").
En "Caída en picado" se muestra una realidad en la que las calificaciones marcan tu vida. En la que no es lo mismo ser un 2,5 que un 4,7. La protagonista intenta buscar la forma de alcanzar las buenas valoraciones que consigue su amiga para así poder tener una "vida mejor". Aquí se lanza la crítica al postureo de las redes sociales, a la devoción por el número de "Me gusta" que perseguimos todos con nuestras publicaciones. Una realidad en la que tus publicaciones muestran una vida perfecta, a pesar de no serlo. Una vida en la que la gente te envidia por tu éxito y en la que la honestidad y la autenticidad reside en los apartados de la sociedad. Más que reflejar una sociedad utópica, trata de mostrar el futuro que tendremos si no dejamos de dar la vida por conseguir más "likes". Además, este capítulo me ha gustado por su montaje y la paleta de colores. Parece que todo el episodio, por sus tonos rosa y salmón, ha sido rodado con uno de los filtros de Instagram. ¿Alguien más pilla la guasa?
En "Cállate y baila", un joven de 19 años se ve obligado a colaborar con un extraño debido a un chantaje. Las vidas de ambos quedan a merced de personas completamente desconocidas que tienen en su poder material comprometido de los protagonistas. La crítica está clara: el anonimato de Internet. Todos sabemos que nuestros movimientos en la red son monitoreados y almacenados pero, ¿hasta que punto?. La trama me parecía escalofriante por su cercanía y porque el chantaje te hace pensar en la atracción de fastidiar a los demás por el simple hecho de fastidiarlos, en lo oscuros que son a veces nuestros impulsos, en lo que somos capaces de hacer para no revelar nuestra intimidad... Sufrimos con el protagonista y al final descubrimos que las víctimas son tanto o más culpables que los propios chantajistas.
Realidades virtuales en las que los fallecidos pueden vivir para siempre, dispositivos que alteran tus sentidos para cambiar la percepción de la realidad y acabar con las personas más propensas a enfermedades, confundir tu vida real con la virtual por no querer afrontar la realidad... Tramas que te remueven todo y te hacen pensar hacia donde avanza la sociedad. "Black Mirror", recomendadísima.